Cuando estudié...


En algunas de las clases magistrales que he impartido, me he encontrado con estudiantes que me preguntaron sobre cómo estudio las operas, cuál es mi método.  Así que me gustaría hablar sobre este tema y sobre mi experiencia en el estudio.
Empecé mi carrera como profesional en el año 1987. En mis primeros cuatro años como cantante debuté La Sonnambula, Rigoletto, Idomeneo y Le convenienze e inconvenienze teatrali.  Si no recuerdo mal, debió de ir a titulo por año.
Desde aquellos inicios, no he conocido verano o pausa vacacional sin tener que estudiar alguna ópera, y a veces más de una. He tenido temporadas en las que he debutado en cinco personajes distintos. Y me ha ocurrido más de una vez.  Sin ir mas lejos, en el verano de 2004, mientras por las tardes ensayaba en Salzburgo el King Arthur de Purcell, por las mañanas estudiaba Pelleas y Melisande de Debussy.  Mi recorrido profesional me ha llevado a estudiar e interpretar operas que abarcan desde Monteverdi  a Strawinsky.  Más de 50 personajes.
Tengo la suerte de disfrutar extraordinariamente con el estudio de la música, y he ido desarrollando mi propio método, aunque seguro que habrá otros tan válidos y buenos como el mío. El desarrollo de este método me ha permitido estudiar una opera de Mozart de tres horas de duración en dos días y medio: nueve horas el primer día, ocho el segundo y tres el medio día restante. 
Es conveniente tener una formación musical que comprenda el solfeo en profundidad, piano y armonía. Es bien cierto que hay un gran número de grandes artistas que no han tenido la oportunidad de cursar estudios tan completos y no por ello han hecho una carrera de menor envergadura, todo lo contrario.
La labor de aprendizaje en mi caso es algo que hago en soledad, sin acudir a ningún repertorista hasta que no conozco perfectamente la opera. Es mi modo particular de hacerlo, aunque hay colegas que estudian con ayuda de estos importantísimos profesionales, alcanzando los máximos niveles de calidad. Personalmente, hasta que no me considero preparada, el repetir melodías que no tengo claras, me confunde más que me ayuda.
En mi primer contacto con la partitura, superviso la longitud del papel y su idoneidad en lo que se refiere a tesitura, así como su estructura; numero de arias, dúos o tríos, conjuntos, numero de personajes, duración de las escenas, etc.
A continuación analizo musicalmente mi parte al completo, vigilando armonías, cambios de compás y tempo, descifrando los compases difíciles y procurando introducirme en el lenguaje musical del autor. Este trabajo es especialmente importante en compositores como Strauss, Strawinsky, Poulenc, Debussy o Humperdinck, por poner algunos ejemplos. Entender el lenguaje musical de un autor es entender el modo en el que piensa y coloca ciertas armonías o intervalos y no otros cuando compone. Nos acerca a su lógica musical y a su idea estética.  Es más fácil en el caso de compositores como Mozart o Donizetti y requiere muchas horas de estudio en el caso de los citados más arriba. Es como ese día, cuando uno estudia matemáticas, en que comprende, para siempre, después de mucho esfuerzo, una operación matemática a la que no le veía la lógica.  
A lo largo de los años y gracias a una gran facilidad innata, he tenido la oportunidad de aprender algunos idiomas, lo que me ha permitido hacer una de las cosas que mas me gustan en esta vida: hablar con todo el mundo. Este aprendizaje ha resultado capital a la hora de afrontar obras en idiomas distintos al italiano, que es el más cercano a nuestro español y el más usado (en general) por los cantantes latinos.
Aunque no es imprescindible, considero importantísimo hablar el idioma en el que se canta, sobretodo en operas con recitativos, donde la acción depende del texto, y las intenciones de los personajes deben ser muy claras.
A pesar de los idiomas que hablo, siempre, mi tercer paso a la hora de estudiar es escribir el texto aparte dejando espacio para anotaciones fonéticas, traducción en caso necesario y de intención. Lo hago invariablemente con la lengua francesa, la inglesa y con la alemana. Todas ellas de gran dificultad a la hora de la pronunciación. Me reconozco una gran maniática en esto de la pronunciación y la fluidez en las lenguas extranjeras cuando se canta (y cuando se habla, evidentemente), pues el texto está íntimamente ligado a la música y no se debe descuidar, en el estudio, el uno a favor de la otra.
Considero muy importante insistir aquí, en que el estudio del canto es completamente distinto del estudio de las otras disciplinas musicales. El canto no se ve.
A un pianista se le puede corregir la posición del cuerpo y hay detalles técnicos que se pueden “ver” a la hora por ejemplo de aprender a tocar en piano, cuando el maestro enseña. En el canto, todo es intuición y oído, del alumno y del maestro. Muchas nociones se aprenden por imitación del maestro o imitando las voces con técnicas excepcionales como lo son las de cantantes como Caballé, Freni, Kraus, Scotto y Berganza, por poner algunos ejemplos, que podemos escuchar  en todo su esplendor y las veces que queramos gracias a los discos.
La musculatura de la fonación es invisible, interna, (y si resulta visible es un signo claro de un mal aprendizaje del canto), así que todos los que hemos estudiado el canto hemos escuchado con mayor o menor asiduidad a algún cantante; en mi caso, Caballé, desde muy niña, y cuando supe de ellas, a  la Freni y a la Scotto. 
El intentar cantar como alguien, aunque sea excepcional, tiene sus peligros, pues no existe la perfección absoluta y a todos nos pasa que producimos sonidos de los que no estamos plenamente satisfechos. Uno puede copiar lo bueno... ¡y todo lo demás!. Además hay que confiar en que el estudiante tenga la intuición y conocimientos vocales necesarios para tratar de conseguir los sonidos que copia con el uso correcto de su propia técnica, y no forzando su instrumento para parecerse a alguien a toda costa.
Ciertos colegas emprenden el estudio de nuevos roles armados con grabaciones de sus cantantes preferidos; no es mi caso. Yo prefiero tocar al piano la música que debo aprender y conocer su armonía a medida que la voy descubriendo, sin escuchar a ningún cantante, para evitar verme influida por su modo de cantar, para que mi canto sea lo más genuino posible. Es un trabajo arduo y que requiere muchas horas.  En la primera sesión me marco un objetivo y hasta que no he aprendido perfectamente el fragmento seleccionado, no me levanto del piano.  Toco mi melodía hasta que me es familiar y entonces me acompaño, solfeando, tocando la parte del piano. ¡Es muy importante saber las notas que estamos cantando! 
Una vez que la melodía está clara y no hay dudas en la afinación de los intervalos más difíciles, añado el texto. Y repito las veces necesarias para fijar la frase recién aprendida. En la próxima sesión, mi costumbre es repasar lo estudiado el día anterior y seguir adelante, sin dejar pasar un error en lo aprendido anteriormente. Y así hasta que el trabajo está completado.
A partir de aquí, empieza el verdadero trabajo: aprender a cantar el nuevo rol, y tomará mucho mas tiempo que el estudiar la música, porque enseñar a la musculatura de la fonación cómo debe funcionar para emitir las nuevas combinaciones de sonidos e intervalos, es algo que requiere mucha paciencia y amor: este es el trabajo más fascinante y que no termina nunca.
Pero éste es ya otro tema.   




¡Hasta muy pronto!




3 comentarios:

  1. Estimada Sra. Rey:
    Felicidades por su maravilloso arte, su hermosa carrera y su valioso blog. Esta entrada me ha parecido especialmente certera. Creo que el conocimiento de la estructura y del material musical nos acercan a la esencia de la obra y a la intención del compositor. Entender la armonía y lo que está pasando en la textura musical influye en cómo se canta la melodía.
    Hoy tuve el gusto de escuchar su grabación de la clase magistral con Caballé y me decía mientras oía el aria cuán bien escuchaba Ud. los intervalos, los cromatismos, disonancias, en fin los giros de esta cantilena. Por ejemplo, el paso del mi re sostenido mi fa mi con un bello diminuendo de final de frase en “o fiori”, o el paso de mi, fa mi al re sostenido en mi en “ma ravvivar l’amore”. Esos detalles requieren conocimiento y entender y sentir los intervalos, las armonías, y sus combinaciones de un modo que sólo un verdadero músico conoce. El conmovedor reconocimiento de Monserrat Caballé y el aplauso del público en pleno fue la comprobación de la belleza y efectividad de su interpretación. Todos estos detalles musicales seguramente que influyeron.
    Me ha gustado lo que escribe sobre su modo de abordar las partituras. Es algo que comparto y creo firmemente que es necesario para ser un intérprete serio. Chopin aconsejaba a sus alumnos llevar a cabo estudios musicales serios.
    Nuestra organización, The Opera Atelier, lleva a cabo una labor educativa y de presentaciones, especialmente con niños y jóvenes en el campo de la ópera. Su escrito me ha emocionado mucho, porque también escribo sobre estos aspectos y porque su interpretación me llegó. Gracias!!!
    Daniel Evardo Daroca
    The Opera Atelier
    www.theoperaatelier.com

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  2. Estimada Sra. Rey:
    Felicidades por su maravilloso arte, su hermosa carrera y su valioso blog. Esta entrada me ha parecido especialmente certera. Creo que el conocimiento de la estructura y el material musical nos acercan a la esencia de la obra y a la intención del compositor. Saber la armonía y lo que está pasando en la textura musical influye en cómo se canta la melodía.
    Hoy tuve el gusto de escuchar su grabación de la clase magistral con Caballé y me decía mientras oía el aria constataba cuán bien escuchaba Ud. los intervalos, los cromatismos, disonancias, en fin los giros de esta cantilena. Por ejemplo, el paso del mi re sostenido mi fa mi con un bello diminuendo de final de frase en “o fiori”, o el paso de mi, fa mi al re sostenido en mi en “ma ravvivar l’amore”. Esos detalles requieren conocimiento y sentir los intervalos, las armonías, las combinaciones de un modo que sólo un verdadero músico conoce. El conmovedor reconocimiento de Monserrat Caballé y el aplauso del público en pleno fue la comprobación de la belleza de su interpretación.
    Me ha gustado lo que escribe sobre su modo de abordar las partituras. Es algo que comparto y creo firmemente que es necesario para ser un intérprete serio. Chopin aconsejaba a sus alumnos llevar a cabo estudios musicales serios.

    Nuestra organización, The Opera Atelier, lleva a cabo una labor educativa y de presentaciones, especialmente con niños y jóvenes en el campo de la ópera. Su escrito me ha emocionado mucho, porque también escribo sobre estos aspectos.

    Daniel Daroca
    The Opera Atelier
    www.theoperaatelier.com

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  3. Muy interesantes las notas sobre el m'etodo de estudio!

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