lunes, 26 de diciembre de 2011

Sigo resfriada. Algunas normas de higiene.




¡Feliz Navidad a tod@s!

Como muchos me habéis preguntado si estoy mejor del catarro (que no gripe), os voy a contar como salí del trance de Génova. Estoy mejor, pero mi voz hablada sigue estando "tocada" y me sigo sonando con la alegría propia de estas cosas. Ninguna.

Como os contaba en el último post, me metí en la cama y me tomé las medicinas que me mandó el médico. Todas. Terminé ayer con el antibiótico. Y sigo tomando el mucolítico porque aún tengo ese moco espeso que no acabo de tragar nunca.

Gracias al mucolítico, en 24 horas empecé a sentir mas fluidas las mucosas y ya empecé a sonarme. La tos se esfumó asi que la cosa no bajó a la tráquea, que era mi miedo, porque si se inflama la tráquea se inflaman las cuerdas y entonces si que no es posible cantar. De todos modos me sentía embotada y me encontraba mal. A raiz de un libro fascinante que leí hace un par de años, (Joe Dispenza, "Desarrolla tu cerebro") mi actitud ante la enfermedad ha cambiado mucho. El cerebro es el que gobierna todo nuestro cuerpo sin nuestra aparente intervención, pero lo que si podemos decirle a nuestra cabeza es como pensar. Y si piensas "pobre de mi estoy malita, aaaay que malita me encuentro", pues os vais a encontrar mucho peor. Es un hecho cientifico demostrado. Nos sentimos directamente en relación con las cosas que pensamos. Me explico.

En el libro de Dispenza se explica que cada vez que organizamos un pensamiento, el cerebro produce una sustancia química. Cada vez. Y según pensemos una cosa u otra, esa sustancia varía. Esa sustancia que segrega el cerebro cada vez que pensamos (y, ¿cuántos pensamientos podemos tener al día?) varía la composición química de nuestro organismo. Y si tenemos una andanada de pensamientos repetitivos del tipo "que mal estoy, Dios mio estoy enfermo, no me recupero...." etc, nuestro cerebro produce repetidamente el mismo tipo de sustancia. Y al final nuestro organismo se vuelve adicto a esa sustancia. Y la necesita a menudo, asi que seguimos produciendo ese tipo de pensamientos de una manera automática. Esto ocurre con las personas irascibles, por ejemplo. Necesitan su "dosis" de esa sensación y buscan el modo de producirsela: se enfadan hasta con su sombra. O las personas en estados depresivos, que no son capaces de articular pensamientos agradables porque su cerebro ha recibido tantas veces la descarga que produce la tristeza que tiene literalmente el "mono" y reproduce constantemente lo necesario para que su cerebro se la suministre y poder seguir sintiéndose mal.

Pero nosotros somos realmente capaces de pensar lo que queramos, y podemos decidir no volver a tener un pensamiento "triste", "auto-destructivo", o del tipo "ayquemalitoestoy". Es como intentar comer menos chocolate. Tu cuerpo te lo pide (en realidad es el cerebro), pero si quieres, tienes la posibilidad de no comerte un trozo de la tarta de chocolate que sobró del dia de Navidad y que esá en la cocina llamándote a gritos. Somos capaces de romper la tendencia de encadenar pensamientos que nos perjudican y nos hacen sentirnos mal. Cuesta mucho, porque es una cuestión que va más allá del hecho de que te apetezca el chocolate, estas luchando con la producción de unas conexiones sinápticas determinadas.

Asi que cuando me sentía decaida y enferma, en lugar de permitir que esos pensamientos se formularan, los detenía en mi mente diciendome repetidamente:
"estas mejor, cada hora que pasa estás mejor porque estas haciendo todo lo necesario y los medicamentos estan trabajando en tu cuerpo. Vas a estar bien, te vas a recuperar y cantarás estupendamente el dia 22."
Y además me imaginaba a mi misma caminando por la calle perfectamente bien, mirando escaparates y comiendo foccaccia a manos llenas.
Esta actitud refuerza sin duda a las defensas del cuerpo que no olvidemos que son organizadas y enviadas por el cerebro. ¿quién si no? Y la cuestión es que en 48 horas, aunque seguía siendo un Manolón cuando intentaba hablar, si buscaba emitir un sonido a boca cerrada, las cuerdas se juntaban y sonaban bien. Y dos dias antes al hacer la misma prueba no producían sonido ninguno.

Me levanté de la cama después de cuatro días, para ir al teatro. La función era a las 20.30h. A las siete y diez estaba en una sala con piano viendo como sonaba la voz, probando las frases de la Musetta del 4º acto que no son tan exigentes vocalmente. Luego fui buscando las medio agudas y por fin las más exigentes. Musetta no es una parte fácil. Es más facil, si comparamos, la parte de Mimi. Su canto es melódico y legato. Se puede frasear muy bien y no tiene saltos disparatados como Musetta. También probé algunas frases de la Mimi.

Y la voz estaba ahi.
Un poco menos flexible de lo habitual, pero podía cantar perfectamente. Mis colegas de Boheme estaban asombrados. Me he visto en esta situación muchas veces ya en mi carrera. Siempre puedo cantar aunque ni pueda articular palabra. Y la peor fue una vez en Menorca con un Rigoletto en el que todos estabamos enfermos: Juan Pons, Aquiles Machado y servidora. Me levanté el dia de la función como un super-Manolón. Por la noche me canté el mejor Rigoletto de aquellos años.

Le he dado muchas vueltas al por qué puedo cantar estando totalmente tupida por la mucosidad y con la voz hablada totalmente ronca. Y es porque la voz hablada y la cantada no estan en el mismo lugar. No "resuenan" desde el mismo lugar. La conformación muscular de una y otra no es la misma. Yo canto muy, muy, muy alto. Por encima de la barrera mucosa de las fosas nasales. Ahí arriba la voz suena siempre, aunque cantes con la nariz cerrada y si me despisto y dejo caer la posición, lo noto enseguida porque el sonido no es igual; pierde brillo, y se vuelve áfono, como la voz hablada ronca.
Intento dirigir la emisión lo mas arriba posible, por encima de las muelas de la mandíbula superior. siempre con el paladar blando levantado al máximo, teneis que sentir el "tironcillo" de la zona que rodea al paladar, cómo se estira hacia arriba, hasta que la campanilla deja de verse. Si la seguís viendo es que no habéis levantado bastante, seguid practicando siempre con cariño, con suavidad, nada de movimientos bruscos ni forzados.

Canté el 22 y el 23 sin novedad. Conforme pasaban los primeros minutos de la función el día 22, la musculatura se fue calentando y respondiendo mejor. El director artistico del Carlo Felice vino a mi camerino después del 2º acto a preguntarme que tomaba para el catarro que lo quería tomar él también, jajajajajaja!
Pasé igualmente el dia 23 en cama, guardando reposo. Y no solo la voz cantada no se resintió, sino que la hablada seguía mejorando. Hoy, dia 26, sigo con mocos, la voz hablada sigue sonando "fañosa" y la cantada está ahí, tranquilamente. Ahora, sin la tensión de tener una función en ciernes, me recuperaré más aprisa.

En cualquier caso, una cosa es cantar dos funciones estando "tocada", pero no se debe abusar porque el cuerpo sigue sin estar sano y le estamos exigiendo un ejercicio excepcional a unas cuerdas que, en mi caso, han estado inflamadas y sin poder cerrar un par de días.

Saberse estudiar a uno mismo para adelantarse a un proceso catarral en ciernes, tratarse adecuadamente un resfriado y mentalizarse positivamente para restablecernos es muy importante, pero lo más importante es mantenerse sano. Y ¿cómo se hace eso?  Estando atentos a ciertas situaciones que nos rodean y que pueden ser amenazadoras. Pero sin volverse un histérico maniático de la salud, cuando te toca, te toca... aunque puedes hacer que te toque menos veces.

LAS REGLAS DE ORO DE LA HIGIENE PARA CANTANTES Y FAMILIA DE CANTANTES

*Nada de besos ni abrazos ni de apretones de manos. Cuando sabemos que estamos enfermos, cualquiera de estos gestos puede contagiar a otras personas. Seamos cariñosos de palabra, pero evitemos el contacto físico por mas que nuestro interlocutor insista en que "no pasa nada"; estas personas son las que te besan cuando ellos están enfermos porque no son conscientes de que la gripe, el catarro, etc se contagian de ese modo, dandote muchos boletos para una lotería que a ellos no les pone fuera de combate para ganarse la vida, pero a nosotros si.
Hay muchas personas que tienen un gripazo y saben que no deben besar a un cantante, pero no se retienen a la hora de besar y abrazar a nuestra pareja porque "ellos no han de cantar"; de acuerdo, concedido, ¡pero duermen con nosotros!
Si supieramos que besando y dando la mano contagiamos una enfermedad mortal, me pregunto cuánta gente seguiria haciendo caso omiso de esta facilísima precaución.
En situaciones de mucha responsabilidad (debuts o roles importantes) a veces es conveniente dormir en otra habitación si nuestra pareja está enferma. Y sobretodo si tiene tos. La tos viene acompañada de gotitas de saliva chiquititas que vuelan por el aire. Si estamos dormidos no podemos esquivar ese aire contaminado y si estamos sanos, en pocos días enfermaremos. Antes de que ocurra eso, que uno de los dos duerma en otro cuarto.

*Evitar las corrientes de aire. La mayoría de los enfriamientos entran gracias a las corrientes de aire. Evitadlas y enseñad a vuestro circulo íntimo que realmente son un problema para vosotros. Los míos las vigilan por mi y si no me he dado cuenta, ellos me avisan si estoy en una corriente de aire.

*Ojo con los aires acondicionados en Verano. El aire acondicionado (frío) afecta a las personas de distintos modos, a algunos no les causa problemas, pero lo general es que sean demoledores. El aire frío que producen las máquinas esta hecho artificialmente; es más seco que el aire frio natural y pasa a través de filtros que nunca se limpian lo necesario. Mucho cuidado con él. En los restaurantes, hoteles y otros locales públicos están estratégicamente colocados para que ningún rincón escape a sus efectos. A veces hay una zona a la que no llega de modo directo, ese sería el sitio ideal para nosotros. Aprended a localizar esos sitios.
Si vais en coche y hace calor, siempre es más sano abrir la ventanilla que poner el aire; además en un coche el aire acondicionado os caerá encima....no es aconsejable tampoco. Si es imposible evitar el aire acondicionado en un coche, abrid un poco una ventanilla para que entre aire normal, que traerá un poco de humedad.
En los aviones la humedad relativa del aire es de un 10%. Además es un aire que gira durante todo el vuelo entrando y saliendo de otra máquina. Llevad siempre algo de abrigo, aunque sea verano y bebed mucho.
En los cines, en verano se puede llegar a pasar mucho frio. Yo llevo siempre una buena chaqueta y unos calcetines gordos en el bolso: me los pongo en la oscuridad y me los quito antes de salir. ¡Ya no me enfermo en los cines! Queda un pelín cutre, ¡pero ande yo caliente, ríase la gente!

* Ir a ensayar estando enfermo. Si estais enfermos, por favor, no acudais aun ensayo. Vuestra presencia alli es una bomba de relojería para vuestros colegas. Si no os queda más remedio porque la presión que hace el teatro es insoportable, saludadlos de lejos e informad de que no estais bien. Nada de besos ni de dar la mano por favor. Aún hay demasiados compañeros que se "olvidan" de que no estan bien, y al final del ensayo se despiden plantándote dos besazos. La gente de este mundo somos de un cariñoso.... jijijiji
Si os da la mano alguien que está enfermo, no os toquéis la cara con ella, no toquéis a nadie y lavarosla cuanto antes.

*Ir abrigado cuando no es necesario. Cuando era niña estaba siempre enferma de la garganta. Mi madre me llevaba con pasamontañas a todas partes. Muy monos, eso si, pero eran pasamontañas. En Alicante (mi madre es de allí) los llaman verdugos. "Ponte el verdugooo". Iba forrada de octubre a Mayo. Creo que soy la única persona de ascendencia gallega que en pleno mes de julio estuvo, completamente vestida (vestido, chaqueta, calcetines y zapatos) todo un dia en la playa de Riazor en Coruña. Con eso os lo digo todo.
En cuanto me independicé, dejé de usar pañuelos para el cuello y bufandas cuando no es necesario. Mi porcentaje de infecciones de garganta cayó en picado. Ir demasiado abrigada tampoco es bueno, sudas, te descubres, se te seca el sudor, te enfrías... tengo colegas que durante todo el año llevan la garganta envuelta en un pañuelo por si...Vigilad como os vestís, no seáis exagerados.

* Comed con inteligencia. Estar bien alimentado es vital. No me refiero a comer mucho, sino a hacerlo de modo equilibrado. A mediodia y a la noche necesitamos verduras, proteínas e hidratos de carbono todos los días. La fruta es importantísima, al menos dos piezas al día. Y leche o yoghourt todos los días. Una dieta equilibrada os mantendrá delgados y fuertes, vamos, lo que viene a ser estar sanos.

Todo esto leído del tirón puede haceros creer que soy una maniática insufrible. No me importa. No lo soy. Lo vivo con naturalidad.  Y no se si será por todas estas precauciones que tomo y normas que sigo, pero enfermo raramente y hace varios años que no cancelo por enfermedad. Salud es felicidad, longevidad y un signo clarísimo de amor por uno mismo y por la máquina que nos permite vivir.
¡Cuidad vuestra carrocería!

Como siempre, gracias por deteneros en mi blog un ratito, especialmente hoy que me he alargado más de la cuenta.

¡Hasta pronto!

martes, 20 de diciembre de 2011

¡No! ¡Me he resfriado! ¿Y ahora que hago?

¡¡Hola a tod@s!!

Escribo desde Génova, donde estoy cantando la Bohème de Puccini. Es la primera vez que canto en este teatro, el estreno fue realmente bien y eso que pusieron a prueba mi vértigo subiéndome a un caballo volador que cruza la escena. ¡Una entrada espectacular, desde luego! 
Llegué el dia 5 de diciembre y hemos tenido un tiempo deliciosamente primaveral, con mucho sol y buena temperatura, pero a partir del día del general se levantó un viento muy incómodo y los días han ido a peor. Ya hace frío de verdad.

Y me he resfriado. Tengo que volver a cantar pasado mañana.

Una vez más hay que poner en práctica las rutinas de curación, de las cuales, la más importante es meterse rápidamente en la cama y quedarse allí.
Pero vayamos por partes. Aparte de estudiar y cantar, un cantante debe saber reconocer qué situaciones lo ponen en peligro de resfriarse: no llevar la ropa adecuada a la temperatura que tengamos,  no saber huir de las corrientes de aire... Conviene tomar nota mentalmente de qué fue lo que desencadenó el problema para evitar repetirlo.
También es muy útil "escucharse" para intentar reaccionar ante las alarmas que da el cuerpo y poner remedio antes de que la cosa vaya a mayores. Por ejemplo: yo no estornudo nunca. Pero he observado que si en un día estornudo mas de tres veces es que algo está viniendo. Ojo, que no soy obsesiva; uno o dos estornudos no quieren decir nada, pero si la cosa va más allá, invariablemente quiere decir que estoy empezando un proceso catarral. Inmediatamente me meto en la cama y paso el día allí. Si empiezo a tener mucosidad excesiva, empiezo con paracetamol, bebo mucho y no me levanto ni para comer. Por supuesto, ¡guardar silencio es una medicina mas! 
Normalmente, este sistema me corta en seco los resfriados a veces incluso habiendo tenido algo de fiebre. En dos días estoy como nueva. Si estoy ensayando y el teatro no respeta esta cuestión y me obliga a ir a ensayar, la cosa empeora rápidamente. Es sorprendente que algunos teatros sean totalmente insensibles a esta cuestión y pongan en riesgo la prestación del cantante, pero eso es lo que hay.
Hay veces que la marcha de un resfriado es fulminante. Por la mañana estás bien y por la tarde tienes una tos que no sabes de donde ha salido. Lo mismo: cama. Si podéis, lo mejor es consultar un médico, toser es lo más peligroso que hay para las cuerdas y para nosotros es prioridad absoluta eliminarla cuanto antes. A un médico de familia que no haya tratado con cantantes, quizás debáis explicarle que los golpes de la tos en las cuerdas durante demasiado tiempo provocan la debilidad de la musculatura y afonía. Lo ideal es contar rápidamente con un especialista, él sabrá que hacer. Consultad al que más experiencia tenga con cantantes, eso es siempre una garantía para vosotros. Así que solo nos levantaremos de la cama para ir a su consulta. Y otra cosa súper-importante: una vez que estemos sanos de nuevo es conveniente volver al otorrino para que os "conozca" en salud. Algunos profesionales no pueden diagnosticar ciertas patologías porque no pueden saber si lo que ven en nosotros es normal o no. 
Hace algunos años, tuve un catarro en pleno julio estando de  vacaciones. Como tenía un par de meses de colchón, dejé que la tos se fuera por si misma y hablé durante un par de semanas a pesar de la ronquera; hablé como si no estuviera ronca, forzando la voz para ser oída como si no tuviera afonía. Cuando me puse a trabajar después del periodo vacacional, aunque había recobrado la voz, ésta no sonaba como siempre. Mi sonido cristalino se había esfumado, ahora había un poco de aire en la voz. Estaba ensayando La Finta Giardiniera en Montpellier, y aunque podía cantar perfectamente, para mi ese cambio en mi sonido fue una señal de alarma. Visité allí mismo al otorrino que me recomendó el teatro, y a una foniatra. Ninguno de los dos me supo decir que pasaba. Las cuerdas estaban bien, no había mucosidad, ni rojeces por ningún lado. La foniatra me dijo que se veía cierta tensión en el cierre de las cuerdas pero que como era la primera vez que me veía, no sabía si eso era normal en mi. Cancelé.  Y me fui a Viena a que me viera el Dr. Kürsten. Este médico es el que más cantantes ve al año. Es el médico de la Staatsoper. Me vio y me explicó que al haber estado hablando a pesar de la afonía, mis músculos habían obligado a las cuerdas a cerrarse por la fuerza y que seguían haciéndolo. Me recomendó una pequeña reeducación vocal; vocalizar con ejercicios muy sencillos y en una zona cómoda de la voz durante cinco minutos y descansar quince. Volver a vocalizar cinco minutos y volver a descansar quince. Dos veces al día. Me llevó tiempo, pero me recuperé completamente. Y volví a Viena a cantar y fui a verle. No me pasaba nada, pero quería que me viera estando sana. Y me enseñó a reconocer mi salud: mis cuerdas son blancas blanquísimas, cierran de arriba a abajo perfectamente y mi mucosa es totalmente transparente. Me pareció una información importantísima, porque ahora, cuando me ve un médico al que no conozco, yo también puedo opinar sobre lo que vemos.

¡Estas cuerdas NO son mías!
Bueno, volviendo al tema, hemos dicho que es muy importante meterse en la cama, beber mucho y callar.
Algunos remedios caseros interesantes: 
Té de gengibre para la afonía
Comprad una raíz de gengibre, peladla y ralladla o cortadla muy fina y ponedla a hervir. Cuando se haya ablandado, dejadla en infusión. Cuanto mas tiempo repose, mas picante se volverá, ojo. Bebedla lo mas calentita que podáis. Repetid durante todo el día.
Vahos. (Yo los detesto, pero son efectivos)
Hervid tomillo y respirad los vapores con una toalla sobre la cabeza.
La cura del aceite de oliva virgen
Esta me la dijo el Dr. Kürsten: Tomad papel higiénico, dos cuadraditos seguidos. Dobladlo por la linea de puntos y luego por la mitad formando un rectángulo. Cortad un trozo de plástico de una bolsa del mismo tamaño que el papel y buscad un pañuelo que os podáis anudar al cuello. Sobre el papel poned un chorrito de aceite de oliva virgen y os lo colocáis en el cuello a la altura de la laringe (mas o menos en el medio) después poned el trozo de plástico y luego el pañuelo. Dadle una vuelta en el cuello y atadlo por delante. Llevadlo todo el día, lo cambiáis por la tarde y si podéis dormir con eso al cuello, volved a renovar el aceite antes de dormir. Es mágico.

Debuté en Génova el dia 17.  Canto de nuevo el 22 y el 23. El 18 por la tarde empecé a toser y a sentir la garganta áspera. "Algo está viniendo y muy aprisa" , me dije. Esa noche ya me dolía la garganta y mi voz se había bajado, empezando a sonar como digo yo, como un caballero cazallero y trasnochador. Tomé un antiinflamatorio y un paracetamol de 1 gramo y llamé a mi otorrino de cabecera, el doctor José de León de Las Palmas. Le conté la situación profesional y mis sintomas y me mandó un par de medicamentos. Como era tarde y domingo, pasé de buscar farmacia con el frío que hacía y me fui a dormir. 
Mi historia personal siempre es igual. Si se me baja la voz, suelo hacer una traqueítis, así que para prevenirlo, en un caso como este en el que he de cantar de nuevo en un par de días, mi médico me suele recetar un antibiótico. Así que mucolítico, reposo, antibiótico, antiinflamatorio, líquidos (el te de gengibre) y silencio.
Y así estoy. Ayer empecé con el tratamiento y hoy ya tengo algunos sonidos agudos de vuelta. No he probado la voz, pero a boca cerrada, intento hacer un mini sonido lo mas agudo posible. Ayer no salía ni uno, lo que quiere decir que las cuerdas tienen una montaña de espeso moco encima. Hoy ya va mejor y las flemas se mueven.
No hay que acogotarse, cuando no se puede, no se puede y ya está. En mi caso hay muchas chicas cubriendo la Musetta, asi que si no puedo, no tengo que pincharme nada (cosa que no he hecho jamás) si el teatro presiona.
Os dejo con este enlace interesante de una estroboscopia de un tenor haciendo un glissando, ¡espero que os guste!

http://www.youtube.com/watch?v=6lzYqsknDNQ&feature=player_embedded#!

¡Hasta muy pronto!

jueves, 8 de diciembre de 2011



¡Hola!
En algunas de las clases magistrales que he impartido, me he encontrado con estudiantes que me preguntaron sobre cómo estudio las operas, cual es mi método.  Así que me gustaría hablar sobre este tema y sobre mi experiencia en el estudio.
Empecé mi carrera como profesional en el año 1987. En mis primeros cuatro años como cantante debuté La Sonnambula, Rigoletto, Idomeneo y Le convenienze e inconvenienze teatrali.  Si no recuerdo mal, debió de ir a titulo por año.
Desde aquellos inicios, no he conocido verano o pausa vacacional sin tener que estudiar alguna ópera, y a veces más de una. He tenido temporadas en las que he debutado en cinco personajes distintos. Y me ha ocurrido más de una vez.  Sin ir mas lejos, en el verano de 2004, mientras por las tardes ensayaba en Salzburgo el King Arthur de Purcell, por las mañanas estudiaba Pelleas y Melisande de Debussy.  Mi recorrido profesional me ha llevado a estudiar e interpretar operas que abarcan desde Monteverdi  a Strawinski.  Más de 50 personajes.
Tengo la suerte de disfrutar extraordinariamente con el estudio de la música, y he ido desarrollando mi propio método, aunque seguro que habrá otros tan válidos y buenos como el mío. El desarrollo de este método me ha permitido estudiar una opera de Mozart de tres horas de duración en dos días y medio: nueve horas el primer día, ocho el segundo y tres el medio día restante. Es conveniente tener una formación musical que comprenda el solfeo en profundidad, piano y armonía. Es bien cierto que hay un gran número de grandes artistas que no han tenido la oportunidad de cursar estudios tan completos y no por ello han hecho una carrera de menor envergadura, todo lo contrario.
La labor de aprendizaje en mi caso es algo que hago en soledad, sin acudir a ningún repertorista hasta que no conozco perfectamente la opera. Es mi modo particular de hacerlo, aunque hay colegas que estudian con ayuda de estos importantísimos profesionales, alcanzando los máximos niveles de calidad. Personalmente, hasta que no me considero preparada, el repetir melodías que no tengo claras, me confunde más que me ayuda.
En mi primer contacto con la partitura, superviso la longitud del papel y su idoneidad en lo que se refiere a tesitura, así como su estructura; numero de arias, dúos o tríos, conjuntos, numero de personajes, duración de las escenas, etc.
A continuación analizo musicalmente mi parte al completo, vigilando armonías, cambios de compás y tempo, descifrando los compases difíciles y procurando introducirme en el lenguaje musical del autor. Este trabajo es especialmente importante en compositores como Strauss, Strawinsky, Poulenc, Debussy o Humperdinck, por poner algunos ejemplos. Entender el lenguaje musical de un autor es entender el modo en el que piensa y coloca ciertas armonías o intervalos y no otros cuando compone. Nos acerca a su lógica musical y a su idea estética.  Es más fácil en el caso de compositores como Mozart o Donizetti y requiere muchas horas de estudio en el caso de los citados más arriba. Es como ese día, cuando uno estudia matemáticas, en que comprende, para siempre, después de mucho esfuerzo, una operación matemática a la que no le veía la lógica.  
A lo largo de los años y gracias a una gran facilidad innata, he tenido la oportunidad de aprender algunos idiomas, lo que me ha permitido hacer una de las cosas que mas me gustan en esta vida: hablar con todo el mundo. Este aprendizaje ha resultado capital a la hora de afrontar obras en idiomas distintos al italiano, que es el más cercano a nuestro español y el más usado (en general) por los cantantes latinos.
Aunque no es imprescindible, considero importantísimo hablar el idioma en el que se canta, sobretodo en operas con recitativos, donde la acción depende del texto, y las intenciones de los personajes deben ser muy claras.
A pesar de los idiomas que hablo, siempre, mi tercer paso a la hora de estudiar es escribir el texto aparte dejando espacio para anotaciones fonéticas, traducción en caso necesario y de intención. Lo hago invariablemente con la lengua francesa, la inglesa y con la alemana. Todas ellas de gran dificultad a la hora de la pronunciación. Me reconozco una gran maniática en esto de la pronunciación y la fluidez en las lenguas extranjeras cuando se canta (y cuando se habla, evidentemente), pues el texto está íntimamente ligado a la música y no se debe descuidar, en el estudio, el uno a favor de la otra.
 Considero muy importante insistir aquí, en que el estudio del canto es completamente distinto del estudio de las otras disciplinas musicales. El canto no se ve.
A un pianista se le puede corregir la posición del cuerpo y hay detalles técnicos que se pueden “ver” a la hora por ejemplo de aprender a tocar en piano, cuando el maestro enseña. En el canto, todo es intuición y oído, del alumno y del maestro. Muchas nociones se aprenden por imitación del maestro o imitando las voces con técnicas excepcionales como lo son las de cantantes como Caballé, Freni, Kraus, Scotto y Berganza, por poner algunos ejemplos, que podemos escuchar  en todo su esplendor y las veces que queramos gracias a los discos.
La musculatura de la fonación es invisible, interna, (y si resulta visible es un signo claro de un mal aprendizaje del canto), así que todos los que hemos estudiado el canto hemos escuchado con mayor o menor asiduidad a algún cantante; en mi caso, Caballé, desde muy niña, y cuando supe de ellas, a  la Freni y a la Scotto. El intentar cantar como alguien, aunque sea excepcional, tiene sus peligros, pues no existe la perfección absoluta y a todos nos pasa que producimos sonidos de los que no estamos plenamente satisfechos. Uno puede copiar lo bueno... ¡y todo lo demás!. Además hay que confiar en que el estudiante tenga la intuición y conocimientos vocales necesarios para tratar de conseguir los sonidos que copia con el uso correcto de su propia técnica, y no forzando su instrumento para parecerse a alguien a toda costa.
Ciertos colegas emprenden el estudio de nuevos roles armados con grabaciones de sus cantantes preferidos; no es mi caso. Yo prefiero tocar al piano la música que debo aprender y conocer su  armonía  a medida que la voy descubriendo, sin escuchar a ningún cantante, para evitar verme influida por su modo de cantar, para que mi canto sea lo más genuino posible. Es un trabajo arduo y que requiere muchas horas.  En la primera sesión me marco un objetivo y hasta que no he aprendido perfectamente el fragmento seleccionado, no me levanto del piano.  Toco mi melodía hasta que me es familiar y entonces me acompaño, solfeando, tocando la parte del piano. ¡Es muy importante saber las notas que estamos cantando!
Una vez que la melodía está clara y no hay dudas en la afinación de los intervalos más difíciles, añado el texto. Y repito las veces necesarias para fijar la frase recién aprendida. En la próxima sesión, mi costumbre es repasar lo estudiado el día anterior y seguir adelante, sin dejar pasar un error en lo aprendido anteriormente. Y así hasta que el trabajo está completado.
A partir de aquí, empieza el verdadero trabajo: aprender a cantar el nuevo rol, y tomará mucho mas tiempo que el estudiar la música, porque enseñar a la musculatura de la fonación cómo debe funcionar para emitir las nuevas combinaciones de sonidos e intervalos, es algo que requiere mucha paciencia y amor: este es el trabajo más fascinante y que no termina nunca.
Pero éste es ya otro tema.   


¡Hasta muy pronto!

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Anécdotas de ópera: Que más puede pasar en Rigoletto

Como la Bellezza en "Il trionfo del Tempo e del Disinganno

¡Hola a tod@s!
Creo que ha sido Rigoletto la ópera que me ha hecho vivir más anécdotas. Quizás por ser la que más he cantado...o por pura casualidad. Mi primer Rigoletto fue en Oviedo a la tierna edad de 23 años, y ya alli pasé por un par de situaciones digamos….raras.  Mi vestido era el que dias después se iba a poner la Amelia del Ballo in Maschera; ya le hubiera gustado a Gilda haber podido llevar aquellas sedas blancas, aquel violeta y aquella capucha descomunal que era exactamente lo que llevaría una doncella virginal para recibir a su circunspecto y estricto papá en sus escasas visitas, ¡jajajaja!. 
Mi primer asesino fue Miguel Angel Zapater, que me levantaba en vilo con tanta alegría que cuando me dejaba en el suelo yo no tenia ni idea de donde estaba el público o en que dirección apuntaria mi cabeza al salir del saco. En el único ensayo que tuvimos, no tuve mas remedio que asomar la cabeza fuera del saco para ver en que posición quedaba, lo que hizo que sonaran bastantes carcajadas en la sala…en fín. La escenografia era bonita, pero tenía un detalle curioso: mi entrada a la casa de Sparafucile quedaba justo en el lado contrario del escenario desde donde yo cantaba mi última frase antes de entrar al sacrificio. Tenía que terminar la frase y salir corriendo locamente por detrás (lo fácil que hubiera sido cruzar el escenario!) para tocar por ultima vez a tiempo y cantar aquello de “Dio, loro perdonate!”.
Mi primer papá fue John Rawnsley, un caballero fuertote que cantaba estupendamente y que es además un gran actor. Y se tomaba la escena de la vendetta muy en serio. Tremendamente en serio. Vaya, que su mosqueo con Gilda era tal, que donde otros Rigolettos abrazan a su hija o se la llevan más o menos por la fuerza, él me daba tal empujón (en plan “tira p’alantee….¡¡tira p’alante!!”) que yo, flaquilla como era, volaba literalmente hasta que aterrizaba de nuevo en tierra, no ya besando el suelo con la boca, sino zampándomelo con la boca, con la nariz, con la cabeza, con el pecho….lo que viene a ser un taponazo de antología. 
Pero yo encantada: feliz de que la cosa fuera tan real.  En esas mini escenas que cierran la vendetta me ha pasado de todo: como digo, he volado, he comido tierra, me han arrastrado por la  moqueta de la escena con los pies desnudos quemándome la piel y haciéndome una buena herida....
En mi segunda producción, en la Opera de Lieja, Gilda iba vestida como una reina, Rigoletto la tenía encerrada en una casa fantástica con un patio precioso en el que había una gran jaula con una paloma dentro y la vestía con trajes suntuosos. Nunca más he hecho una Gilda tan bien vestida.
En aquella producción, hacia el final del Caro Nome, tenía que abrir la jaula, sacar a la paloma y cantarle la cadencia a ella. En los ensayos y en varias funciones todo fue muy bien...hasta que un día mientras cantaba, vi que las plumas de la parte de abajo se movían... Como digo, mi traje parecía el de Maria Estuardo, con una falda acampanadísima. Tuve el tiempo justo para comprender que la paloma se iba a "aliviar" y separar la mano del cuerpo. El "alivio" cayó al suelo y yo terminé mi aria muerta de risa.
Pero eso no fue todo en esa producción, en el tercer acto, para ambientar la brumosa noche junto a la casa de Sparafucile, ponían ese humo artificial tan aparente. En aquella época (os hablo de 1988) el humo tenía olor y era incómodo respirarlo. A telón cerrado no se veía casi, de hecho lo ponían estando ya nosotros en nuestros puestos para evitar posibles tropezones.
Aquella noche pusieron muchísimo humo, pues las otras noches se disipaba enseguida y no estaban conformes. 
¡No se veía nada! ¡No se respiraba nada bien! Y por fin abrieron el telón con los primeros acordes, el humo, encerrado en el escenario, invadió la sala....y el público desapareció! Solo se oían las toses de la gente sentada en el patio de butacas y el primer piso, y al momento las carcajadas de todo el teatro, fue el inicio del tercer acto más divertido que he hecho o presenciado.
Y es que en las óperas ¡pueden pasar tantas cosas!
¡Saludos y gracias por seguirme!